“El APRENDIZAJE en los NIÑOS: Una Articulación entre Experiencia y Palabra”
Este texto es parte de una Charla a Padres: "CONOCIENDO el MUNDO, La Fuerza de las Palabras"
“Había una vez una boca que se comía todo: tortas, pasteles, cuchuflies, dulces.
Había también un estómago que no quería más y le decía “boca, no sigas, no quiero más, no me cabe más comida”.
Pero la boca seguía, seguía y seguía, comiendo y comiendo todo lo que encontraba, sin escuchar al estómago. En la noche, el estómago estaba adolorido, se sentía muy mal y terminó botando todo aquella comida que le sobraba”.
“Había una vez una boca que se comía todo: tortas, pasteles, cuchuflies, dulces.
Había también un estómago que no quería más y le decía “boca, no sigas, no quiero más, no me cabe más comida”.
Pero la boca seguía, seguía y seguía, comiendo y comiendo todo lo que encontraba, sin escuchar al estómago. En la noche, el estómago estaba adolorido, se sentía muy mal y terminó botando todo aquella comida que le sobraba”.
Después de
haber vivido esta experiencia y de haber inventado este cuento, cada vez que el
hijo de Sylvia quiere comer más, ella le contesta: “espérate un rato, a ver qué
dice la guatita…”
Cuando los niños nacen, no conocen el mundo que los rodea. Al
ir estableciendo lazos con personas y lugares significativos, van incorporando y procesando información de distintas maneras. Una
forma de hacerlo es a través de la propia
experiencia: primero, de una manera básica vinculada al desarrollo y
agudeza de los sentidos; luego, al ir experimentando sensaciones en el propio
cuerpo: el desagrado de vomitar, el dolor de caerse y la angustia de perderse
pueden producir mayores efectos en el aprendizaje, que las mil "lecciones" entregadas por los padres.
Si bien en un principio estas primeras experiencias se van estableciendo
en forma lenta y con dificultades, posteriormente se van transformando un apoyo para las que
vienen, lo que permite que el aprendizaje se vaya haciendo más rápido y fácil y
que, además, se vaya desarrollando la
capacidad de aprender. Esta capacidad significa que el aprendizaje no es
solo una relación de causa y efecto, de estímulo y respuesta, sino que es una
operación que va más allá, que implica ir generando nuevas estructuras, cambios de estado, que
da la posibilidad de actuar en forma distinta y de irse ubicando hacia otros lugares en la realidad. El ejemplo más gráfico sería pasar del estado de estar sentado, a gatear y luego, caminar.
Si los adultos acompañan estas experiencias
con palabras que van explicando al infante lo que va sucediendo, los acontecimientos se irán incorporando de forma consistente, lo que le permitirá ir construyendo el propio mundo. El lenguaje sostiene al niño, tanto en el momento en que él aún no
habla, como también cuando ya puede expresarse verbalmente.
Una manera de incorporar a los niños en el lenguaje cotidiano, es a
través de la fantasía: dar vida a
objetos inanimados, inventar cuentos, contar historias que ya existen, crear
personajes y acciones, van ayudando a trasmitir
actitudes, valores y conceptos. A través de la imaginación y de las
vivencias de otros, los niños va descubriendo ejemplos que le ayudan en su propia experiencia.
A veces los padres intentan explicar algo a sus hijos, pero ellos cambian de tema o enfocan su atención en otra cosa, especialmente cuando son pequeños. Estas situaciones producen frustración y sensación de incapacidad en los padres, ya que sienten que sus hijos no les hacen caso. Es importante considerar que a veces las expectativas de los padres no son acordes con las capacidades que tiene el niño o la niña, en ese momento en particular. Aún así, muchas veces sucede que tiempo después se sorprenden, diciendo o haciendo lo que se le intentaban enseñar.
El aprendizaje es un proceso
dinámico, que implica diversas variables y que siempre está en revisión por
los especialistas. Para entender su complejidad, una de las maneras de concebirlo
es como un espiral, en el que se
incluyen distintas estructuras que se van
superponiendo, que se implican unas a otras y que van constituyendo la
subjetividad del niño y la construcción que él hace de su mundo. En los primeros años de vida se establece la mayor
expansión y receptividad, por lo que es importante instalar los fundamentos básicos, que permitirán ir incorporando nuevos conocimientos a futuro. La propia experiencia
del niño, acompañada por palabras del adulto, que entreguen seguridad,
afecto y claridad, serán pilares fundamentales que ayudarán en este proceso.
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